Plantar un árbol, tener un hijo o una hija y escribir un libro. Algunos dicen que estas son tres de las cosas que hay que hacer en la vida para sentirse satisfecho. Son tres cosas que nos hacen perdurar en el tiempo, pues conservando la tierra y plantando árboles ayudamos a proteger la vida futura, con los hijos contribuimos a perdurar como especie y con los libros ponemos nuestro grano de arena a configurar una cultura colectiva de la que todos se pueden beneficiar. Los vecinos de la Asociación de Amigos de las Vistillas-Cornisa pueden sentirse satisfechos una vez más, porque este frío domingo 30 de enero han vuelto a contribuir una vez más a la conservación de la naturaleza en suelo urbano: han realizado la XIV plantación vecinal de árboles en el Parque de La Cornisa, uno de los lugares verdes más bellos del centro de Madrid y más amenazados por la piqueta especulativa.
Este parque emblemático cuenta con un grupo de vecinos activos y combativos que velan por la supervivencia de un espacio público que la iglesia católica pugna por usurpar a los vecinos de Madrid con la complacencia de dos Administraciones cómplices -Ayuntamiento y Comunidad- e ineptas. Ellos no se rinden, y además de plantar árboles para hacer de este espacio un lugar más fresco en verano y más verde si cabe, no cejan en su actitud de denuncia de los planes del arzobispado madrileño, que quiere convertir la cornisa histórica de Las Vistillas en un mamotreto de cemento armado que terminaría con este lugar en el que hoy todavía juegan los niños y disfrutan los vecinos
La lucha por mantener este espacio verde viene de lejos (si pincháis la web: www.cipreses.net de la asociación podéis haceros una idea de la lucha que mantienen desde hace unos años. El Pleno del Ayuntamiento de Madrid aprobó el 27 de febrero de 2009 la modificación del Plan General de Ordenación Urbano de la capital, tras llegar a un acuerdo con la Iglesia, para permitir la construcción de lo que se llamó el “Mini vaticano” en la cornisa histórica de las Vistillas, un grupo de edificios con una superficie mínima de 25.557,67 m2.
Además,el propio Ayuntamiento levantaría edificios
para equipamientos públicos, en esta zona especialmente importante para la ciudad, por ser una zona verde, además de un espacio de importante valor arqueológico y un paisaje emblemático de Madrid.
Afortunadamente los vecinos se manifestaron hasta la saciedad y lo denunciaron, y el Tribunal Superior de Justicia de Madrid falló a su favor en sentencia del 21 de Mayo de 2010. Pero la Iglesia, que nunca descansa y tiene posibles -monetarios y de los otros- para aburrir, ha vuelto a la carga. Ha comenzado unas obras ¡ilegales! en el recinto de los Jardines del Seminario Conciliar de Madrid. Para ello ha vallado parte del espacio público, afectando a elementos históricos y arbolado protegido. Además, los vecinos denuncian que han alterado lindes y trazas de los antiguos Jardines del Duque de Osuna al derribar partes de la Real Cerca de Felipe IV, catalogada como patrimonio histórico de la ciudad de Madrid.
He pegado unas fotografías que he realizado de la plantación vecinal de árboles y de la zona pública que ha vallado la iglesia de forma ilegal y que los vecinos siguen denunciando. Hoy han recogido firmas y tienen un escrito de protesta, que se puede consultar en la web arriba mencionada, para que todo el que quiera se pueda sumar.
También pego un poema sobre lo que somos, partes de un todo, que necesita de la solidaridad de los demás para continuar. Todos juntos somos mucho más fuertes de lo que creemos.
Versos que comparten
Comparto asiento con el joven despeinado y adormilado,
que esquiva las miradas de los recién duchados.
Comparto asiento con la mujer de rostro duro,
de manos resecas y estriadas
cargada de bolsas de supermercado,
que rumia no sé qué oración sorda
con los dientes apretados.
Comparto asiento con el hombre de rasgos prietos,
tez aceitunada y mirada cálida de tuareg,
que acude a un destajo estructurado.
Comparto asiento con la anciana sin rumbo,
que no es capaz de sujetar su cuerpo.
Con la mujer que sueña,
con el niño inquieto
que balbucea
y se agita acalorado en los brazos de su abuela,
con el joven maloliente que ha perdido el futuro,
con el hombre rudo de uniforme privado,
con el perro fiel del que no ve,
con el músico que llena el vagón
de acordes de viento andino,
con la muchacha metódica
que subraya textos en un libro,
comparto asiento con cada uno de ellos,
cada mañana de cada día.
Pero no lo comparto con los que viven en el barrio alto,
ni con los que ordenan cifras
en un frío estadillo de mármol puro,
ni con los que predican desde lo alto del púlpito,
ni con los que han abandonado la utopía
para instalarse en la “real politic”,
ni con los que mandan un batallón,
ni con los que viajan rodeados de un séquito.
No he podido compartir con los que no comparten,
porque prefieren ausentarse del mundo
que diseñan para los otros.
Gracias, Carmen, por el estimulante aporte que haces de la causa que defendemos los vecinos del Parque de la Cornisa en las Vistillas. Es una batalla que ya dura muchos años, pero no vamos a dejar de pelear contra el abuso de poder que están ejerciendo contra el legado histórico de los vecinos de Madrid el Arzobispado y el Ayuntamiento. Es necesario saber que hubiéramos procedido de igual manera con cualquier otra empresa o institución que fuera contra la acción democrática y los derechos de la ciudadanía.
ResponderEliminarY... millones de gracias por tu espléndido poema que leeremos al contemplar el parque para no dejar de soñar.
Muchos abrazos,
María, vecina corniso-vistillera
Menos mal que siempre hay gente dispuesta a defender lo que es justo y así hacer grande lo que significa la palabra democracia, que no es otra cosa que ejercer los derechos para defender lo justo. Gracias a vosotros, los vecinos de la cornisa-vistillas por estár ahí. Me sentí muy agusto escribiendo este texto para intentar ser un poquito útil, Carmen, vecina de Moratalaz
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