viernes, 9 de junio de 2017

Los gruñidos de los cerdos

Cerdos

Indignación y rabia. Es lo que sentí mientras escuchaba el discurso machista, misógino, patriarcal y clasista con el que el ¿señor? Ángel Garrido, portavoz del PP de Madrid, si dirigió a la portavoz de Podemos, Lorena Ruiz-Huerta,  durante la sesión de moción de censura contra Cifuentes en la sede de la Asamblea de Madrid.

El discurso de este ¿señor? nos denigró a todas las personas que consideramos la igualdad el único camino para construir una sociedad verdaderamente democrática, inclusiva y libre de violencias. 

En demasiadas ocasiones nos preguntamos por las causas de las violencias machistas contra las mujeres. El discurso de este ¿señor? intentando ridiculizar, cosificar y retratar a Lorena como una persona inferior, carente de derecho, menor de edad y necesitada de tutela es una respuesta plausible para entender algunos de los porqués de las violencias machistas contra las mujeres. No se puede permitir que desde una tribuna parlamentaria, durante un acto público, un portavoz -del partido que gobierna la Comunidad de Madrid-  trate así a una mujer, por el mero hecho de serlo, una mujer que es cargo electo, y a la que hemos votado cientos de miles de personas. 

Mientras unas nos dedicamos a luchar contra las desigualdades y contra las violencias que engendran, otros como el ¿señor? Garrido se dedican a cultivarlas. Y desde una tribuna parlamentaria, nada más y nada menos.

Cuando le escuchaba comencé a ver su cara transformada en el rostro de un cerdo, un cerdo que solo es capaz de articular gruñidos insultantes, que hacen daño a los oídos de las personas de bien. Recordé una novela de Marie Darrieussecq titulada "Marranadas" en la que en un universo de capitalismo atroz, hombres machistas y clasistas al extremo, que mercantilizan las relaciones humanas y subyugan a las mujeres, pervierten la vida de todo lo que tienen a su alrededor hasta conseguir una sociedad pringosa y enlodada de fango, en la que los cerdos convierten en cerdo a todos aquellos que tragan con lo que hay, tal y como está haciendo el PP.   

El Partido Popular ha optado por convertir la Comunidad de Madrid en un cenagal, en el que los gruñidos de los cerdos resuenan y son coreados y amplificados por grupos mediáticos de presión que se nutren con los miles de euros de dinero público, de tod@s, en financiación y publicidad que les proporciona este PP corrupto hasta la médula.

Lorena Ruiz-Huerta subió a la tribuna vestida con el deslumbrante traje de la dignidad, e igual que con anterioridad había hecho su compañero Ramón Espinar, trazó con palabras -como hacemos las personas- un discurso inteligente, en el que desgranó un programa político que recupera los derechos y los servicios públicos, pensado para dignificar la vida de las personas y salir de la devaluación vital que han traído los gobiernos de la derecha. Derechos, inversiones públicas, recuperación de la salud, la educación pública, los servicios sociales, aplicación de la ley de dependencia e impuestos a los más ricos. Tanto con la intervención de Espinar, como con la de Ruiz-Huerta se pudo constatar que Podemos es la única alternativa, con programa político viable, al PP de la ciénaga. 

Durante el debate de moción sentí pena por el papelón interpretado por PSOE y C's, que se escabulleron como si los problemas de los madrileños y las madrileñas y el estado de excepción y saqueo de esta Comunidad fuera un asunto de otros.

La moción se perdió. Podemos no tenía los números suficientes en la Asamblea de Madrid. Estoy segura que esta moción se ganará más adelante, en las urnas, sumando los cientos de miles de votos de tantas personas indignadas y afectadas por las políticas de saqueo y de recortes efectuadas por el PP de Cifuentes, que es el mismo PP de González y de Aguirre, el mismo PP de siempre, como demostraron los discursos marranos e indignos de los miembros de este partido, que subieron a la tribuna a dar la cara por la dama de Blanco, que evitó mancharse el traje en la pelea, pero salió más desnuda que nunca del hemiciclo.


La fotografía que acompaña este artículo la realicé en un patio interior de un barrio de las afueras de Bruselas. Algún artista urbano sintió una rabia parecida a la mía y dibujó sobre la pared estos cerdos articulando gruñidos. Le viene al pelo a este artículo.