domingo, 16 de enero de 2011

Un plaza para soñar despiertos



Un grupo de vecinos del barrio de Lavapiés tuvieron un sueño hace dos años. Soñaron con crear un espacio público, una plaza, para reunirse, compartir, intercambiar, un lugar en el que cultivar productos ecológicos y labrar la tierra en medio de la urbe. Llevaron a cabo su sueño en un solar propiedad del Ayuntamiento de Madrid situado en la calle Doctor Forquet. El solar estaba abandonado, y ellos con mucho esfuerzo, trabajo duro, creatividad, cooperación y muchas dosis de alegría lo han ido convirtiendo en un jardín ganado a la ciudad, hecho muy loable en un lugar en el que escasean los parques y las zonas verdes.
Todavía está en desarrollo, y parece que el proyecto no  está exento de dificultades. Ellos están constituidos como asociación para que el Ayuntamiento se lo ceda como espacio público del barrio, pero parece que no está todo claro, a juzgar por una información que tienen colgada en su blog
Esta es una inicativa de las que hay que apoyar y congratularse de que haya gente dispuesta a trabajar para construir espacios como este, ganados para la ciudadanía madrileña. Hicieron una fiesta para conmemorar los dos años que lleva funcionando, como veréis en su blog si os decidís a visitarlo, merece la pena. Los domingos por la mañana da gusto pasarse un ratito por allí y disfrutar de la tranquilidad y la belleza de este espacio, también de la compañía, es gente comunicativa y afable la que pasa por allí. Hoy lo he comprobado, pego unas fotografías del espacio.






También pego un poema que escribí hace algunos meses, precisamente pensando en que ya es tiempo de que los ciudadanos de Madrid soñemos con otra ciudad posible, fuera de tanto mercantilismo y tanto agobio consumista, una ciudad más humana, más culta, con más espacios para compartir. Lo escribí después de fotografiar otro solar del centro de la ciudad que bien podía haberse convertido en un jardín de uso público, pero ahora está ya tapiado para lo de siempre, pisos o lo que sea.


Calles interiores
Este Madrid
se desespera
y se desgana.
Se intuye a bocinazos sordos.

Este Madrid
se espanta
Otoño
y no resuelve.
Se deja calzar
por una marea de zapatos castellanos.

Pero existe
otra ciudad,
que palpita,
¡bulle tras las grandes avenidas!

En sus calles interiores
hay marcas y huellas
de buhoneros de otros soles,
y la vida fluye, se derrama
en otro empeño de existencia.

Las paredes desconchadas
cobijan las esencias de 
culturas que se expresan
con grafismos y colores distintos.

Otro Madrid
se despereza,
comienza a elevar las manos,
a alzar la voz,
a llenar los muros
de pruebas de vida.

Miles de pies
en remolino,
ocuparán de nuevo la Gran Vía,
despejarán de azul gaviota
las fachadas.

Nosotros
los de la camiseta
de adolescentes eternos,
zapatillas de loneta
y pinceles de colores,
encenderemos
este Madrid que aún
se desespera
y se desgana.

Saldremos
desde las calles interiores
y recuperaremos
el rojo y el violeta
para vestir de nuevo a la diosa Cibeles.










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