Nosotras escribimos la historia
Nosotras,
las mujeres, sabemos lo que es escribir la historia común a base de reclamar
derechos, pero sobre todo sabemos lo que significa lo que es pelear por las
cosas de comer, aunque luego se nos saque del relato.
Lo
saben las mujeres asturianas, que recuerdan a ese grupo de señoras que hicieron
posible que la Huelgona de 1962 fuera la primera pelea por derechos laborales
ganada al franquismo.
Lo
saben las mujeres de Zaragoza, que vieron como su ciudad se llenaba de autocares
repletos de feministas en 1976, para apoyar a una joven juzgada por delito de
adulterio.
La
memoria de las mujeres dice que tumbamos esa Ley de adulterio en las calles, y
que entre 1976 y 1978 dimos mucho la murga, porque la famosa Ley de Amnistía
sacó de la cárcel a los presos políticos, pero no a las adulteras ni a las lesbianas,
tampoco a las mujeres condenadas por delito de aborto, o a las acusadas de
prostitución…
Tras
quemar infinidad de sostenes en las calles y hartarnos de gritar que “lo personal
es político” conseguimos tumbar esa Ley en las calles, y además arrancamos una
Ley de divorcio y, un poco más adelante, una Ley de aborto con todos los
tanques del patriarcado apuntando a nuestras cabezas.
Pero
eso no es todo, miles de mujeres organizadas en el Movimiento Democrático de
Mujeres y en el movimiento vecinal en los años setenta son las que posibilitaron
que los barrios periféricos de las grandes ciudades en desarrollo se dotaran de
semáforos y asfalto en las calles (porque se construían los bloques de
viviendas para trabajadores y trabajadoras y no se asfaltaban las calles, ni se
ponían semáforos), de parques, escuelas públicas, transportes públicos, centros
de salud públicos, etc.
Todas
esas dotaciones que hoy existen en las ciudades que habitamos se consiguieron
gracias a las exigencias de las personas que quieren escribir la historia,
precisamente la escriben -la escribimos- reclamando derechos.
Individuo colectivo
Unidas
Podemos ha elegido en esta compaña un lema muy significativo, un lema
inclusivo, constructivo, un lema de participación, un lema que interpela de
forma individual, a la vez que apela al sentimiento colectivo: “La historia la
escribes tú”. “La historia” en la que
estamos todas, la escribes “tú”. “Tú” como parte de un todo. Un “tú” que avanza
con las demás, en colectivo, porque sin muchas “tús” unidas es imposible
escribir la historia compartida. Una historia que merezca la pena, esa que puede
hacer que cuando se eche la vista atrás, la emoción recorra el cuerpo como un
latigazo que dibuje que fuimos parte de algo grande, de algo que mereció la
pena, de un cambio revolucionario a través de esa fabulosa herramienta que es
el voto, porque entre todas las “tús” conseguimos cambiar el curso de la
historia, preñando las urnas con semillas de papel en forma de votos a Unidas
Podemos.
Mi
abuela, que fue indómita y anticlerical hasta su muerte, a pesar de haber sido
vencida en una guerra atroz; mi madre que pateó mercados protestando contra la
carestía de la vida, y exigió escuelas públicas y centros de salud con sus
vecinas; mis tías, que quemaron sus sostenes para reclamar esos derechos de
igualdad por los que hoy seguimos peleando, ellas se emocionan en el recuerdo
imborrable de esa historia compartida de pelea por los derechos de todas y de
todos, que hoy van escritos en la letra de nuestra Constitución.
Me
siento muy reconocida en este lema, porque soy plenamente consciente de que la
historia de verdad la escribimos la gente de a pie.
La
Constitución española lleva escritos derechos sociales que se arrancaron al
poder franquista, también las mujeres, con una enorme presión en las calles que
había en los momentos en los que se estaba negociando esa Norma.
Luchas por derechos
Se
peleaba, por una parte, desde los barrios, desde las asociaciones vecinales,
por el derecho a la vivienda y a las vidas dignas; y por otra, se pelaba desde los tajos, por
mejoras en las condiciones de trabajo y los salarios decentes y suficientes.
Ahí están las huelgas en la industria, en el textil, en el transporte, en la
construcción…
Esos
derechos constitucionales no cayeron del cielo, ni por la gracia divina de los llamados
“padres” de la cosa, o del rey campechano. No. Los derechos sociales escritos en
la letra de esa Carta Magna -que ahora están cuestionados, puestos en almoneda
al mejor postor del capitalismo real- esos derechos costaron grandes luchas en
las calles.
Las
mujeres lo saben. Lo sabemos. Porque ellas –nosotras- trabajaban -trabajamos-
dentro y fuera de casa, y reclamaban –reclamamos- dentro y fuera de casa.
Las
mujeres, a las que nunca se menta cuando se recuerdan las luchas del movimiento
obrero en la España de los años sesenta, o setenta, y ellas también estaban
reclamando derechos en el textil y en la industria. Ellas formaron parte de
luchas fabulosas, y de pequeñas luchas -pero importantes- por la enseñanza
colectiva que albergan. Luchas bellas, pero silenciadas; como la huelga de las
tricotosas del pueblo de Posadas (Córdoba) en 1973, en la que 53 vecinas
arrodillaron a la fábrica que las quería explotar con salarios de esclavas. O
la superhuelga de la fábrica Ike en Asturias, años después, cuando las
reconversiones…
El
derecho al trabajo digno y con salario suficiente va escrito en el articulo 35 de
esa Constitución con la sangre de trabajadoras y trabajadores que pelearon, y
en ocasiones se dejaron la vida, para conseguirlos.
Me
contaron una vez la historia de Isabel, una sindicalista de una naciente CCOO de
la Seat en la Barcelona de los setenta, una mujer brava, a la que la policía
detuvo y torturó con saña. La dejaron tirada en un descampado con una gabardina
por encima. Cuando se repuso mínimamente, volvió a la fábrica, se subió en una
mesa durante una asamblea y se quitó la ropa para mostrar sus marcas, a la vez
que arengaba a los compañeros para no rendirse.
Ahora
nos toca a nosotras, las de ahora, defender derechos. Ellas, las que nos
precedieron consiguieron escribir esos derechos en la letra de nuestra Constitución.
Fueron parte de su tiempo. Tejieron su parte.
Ahora
nos toca a nosotras. Nos toca seguir la senda de las Kellys, de las Espartanas y
sindicalistas de cocacola en lucha,
de las mujeres de Inditex, de las limpiadoras de oficinas, de las trabajadoras
telefonistas del 010, de las de Vodafone, o de las mujeres de negro de RTVE, de
las mujeres de la PHA, de las jóvenes estudiantes… En nuestra mano está hacer nuestra parte, todas
unidas, que no es ni más ni menos que obligar a que se cumplan esos derechos, y
que queden blindados, mejorados y ampliados en la Constitución.
Los derechos se defienden
Los derechos se defienden, nunca se
venden, nos hemos
desgañitado muchas gritando esta frase, desde que en 2010 el PSOE (entonces en
el Gobierno) y el PP le dieran un cerrojazo a los derechos sociales de la
Constitución. Armaron a traición una reforma constitucional a escondidas y en
solitario colocando un artículo, el 135, que prima pagar la deuda a los bancos
antes que invertir en las necesidades de la inmensa mayoría, en contra
precisamente de invertir en servicios públicos, que son una extensión de la
democracia. Fue una puñalada trapera al cuerpo social, que se ha quedado con
una herida abierta, por la que se derraman las vidas dignas y van a parar al
vertedero de la pobreza y la desigualdad.
A
continuación vinieron dos reformas laborales, una del PSOE y otra del PP a
rematar la faena, junto a una serie de retrocesos legales, como la Ley mordaza,
concebida para impedir las protestas con el miedo como herramienta, que han
metido a España de nuevo en el armario de la historia más negra.
Unidas
Podemos lleva en su programa derogar el articulo 135 de la Constitución y las
dos reformas laborales, y por supuesto la Ley mordaza.
Estos
retrocesos han perjudicado de manera radical a las mujeres. Sobre nuestras
espaldas ha recaído el coste brutal de la crisis en mayor medida. Nuestros
empleos son más precarios, están peor pagados, con una brecha salarial
escandalosa y además, a muchas mujeres se las ha vuelto a meter en casa a
trabajar en empleos informales, a coser, a hacer zapatos, o a teclear metiendo
datos por unas cuantos céntimos; la precariedad ha hecho mella en las
limpiadoras de los hoteles, o de oficinas, también en las cajeras de los
supermercados o en las dependientas de las tiendas de ropa, en las periodistas,
abogadas, en las maestras de escuela y en las enfermeras o medicas de
hospitales y clínicas…se han extendido los contratos basura por meses, días y
hasta por horas. Tal como expresa una de las candidatas de Unidas Podemos al
Congreso de los diputados, Mercedes Pérez Merino, que es sindicalista, “se ha
extendido la esclavitud”.
Por
todas estas razones, las mujeres estamos en pie de lucha haciendo huelgas
feministas de cuidados, laborales, de consumo y en la educación los 8 de marzo últimos.
Además de gritar a voz en cuello que nos matan por el hecho de ser mujeres y
exigir justicia sin descanso.
Queremos
cambiar las cosas. Queremos una sociedad de cuidados que ponga a las personas
en el centro. Queremos derechos, vivienda digna, cultura, comer bien, salud
pública, educación pública, pensiones públicas garantizadas y dignas…No
queremos ser víctimas de ninguna estafa vital más. Estamos hartas. Queremos una
sociedad en la que seamos respetadas, de día y de noche, en casa, en el
trabajo, en la calle; no queremos caminar con miedo, ni estar apocadas en la
oficina, ni ser ninguneadas, ni maltratadas, ni agredidas, ni vejadas,
violadas o asesinadas.
Hoy,
los hijos del peor patriarcado capitalista y machuno apuntan de nuevo hacia
nuestras cabezas a lomos de un caballo fascista. Se plantean una ¿reconquista?
“por sus cojones”, aliados con señores del uniforme azul-traje, con tribuna
pagada por el IBEX35.
No
les vamos a dejar.
Nosotras
escribimos la historia con las luchas, también con el voto. Nosotras escribimos
la historia con la letra de los derechos. De nuevo, es nuestra hora.
#La
historia la escribes tu: Alba, Mara, Ana, María, Paula, Raquel, Elena, Nuri,
Mari Sol, Sofía, Carmen, Pura, Mar, Luisa, Aida, Julia, Mercedes, Isabel, Teresa,
Gema, Celes, Beatriz, Marina, Margarita, Alejandra, Lola, Manuela, Rosalía,
Eloísa, Violeta, Aurora, Paloma, Reyes, Silvia, Faustina, Berta, Lorena, Laura,
Jana, Carol, Josefina, Sole, Maby, Lourdes…..
Carmen
Barrios Corredera, candidata al Senado por Madrid de Unidas Podemos.
Este artículo también ha sido publicado en el diario digital NuevaTribuna https://www.nuevatribuna.es/opinion/carmen-barrios-corredera/nosotras-escribimos-la-historia/20190426105733162181.html
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