Un numeroso grupo de alumnos -46- del taller de cerámica de la Universidad Popular del Ayuntamiento de Rivas Vaciamadrid han reunido sus mejores obras en una exposición colectiva coordinada por Domingo Huertes, profesor del taller. La muestra se puede ver hasta el 25 de febrero en la sala de exposiciones del Centro Cultural Federico García Lorca.
La exposición recoge obras que los alumnos del taller de cerámica han ido realizando a lo largo de varios cursos y es un ejemplo de lo que se puede conseguir con motivación, medios, trabajo constante, dedicación y buen aprendizaje.
La cerámica se presta a la escultura y al bajorrelieve y llega a nosotros como una brisa cálida que impacta los sentidos. Las formas de muchas de las piezas expuestas se prestan a la caricia y al contemplarlas cuesta sujetar los dedos, que casi sin querer se lanzan a tocar el barro rojo pulido y bruñido o el refractario, más tosco pero con texturas más pronunciadas. Los alumnos han trabajado magistralmente la forma y el color, aportando, cada uno desde sus posibilidades y su creatividad, obras de gran calidad que transmiten la solidez de un material, el barro, tan cercano a nuestra cultura.
Alumnos y profesor -en el centro- del taller de cerámica |
Las Universidades Populares fueron una apuesta de los Ayuntamientos democráticos para acercar la cultura a los ciudadanos y para ofrecer espacios para el arte y para la formación perfectamente integrados con el entorno y accesibles a los vecinos. La de Rivas Vaciamadrid es una de las pocas que permanecen abiertas en la Comunidad de Madrid y tiene mucha vida. Además del taller de cerámica, hay talleres de pintura, bronce, danza del vientre, restauración de muebles, informática, inglés, bolillos, yoga, etc… un amplio plantel de actividades para uso, disfrute y aprendizaje de los ripenses.
Pego también un poema alusivo al arte esculpir:
Manos de verso
Una mano trabajada acaricia
el torso frío de una mujer de bronce.
Recorre cada imperfección metálica
con el tacto de algodón de los que sufren.
Estos dedos, acostumbrados a dar vida
a formas sinuosas de imaginación imperfecta,
deslizan sus yemas de barro
sobre una superficie poco acogedora.
Manos recias, endurecidas,
que perfilan la vida con la punta de un buril,
manos de verso que dibujan el color de la utopía
sobre una plancha de caolín.
Manos de tierra roja,
¡queréis esculpir la huella de un beso de carmín!
Pero los besos se dan;
los besos se reciben;
los besos se sueñan, se palpan, se anticipan, se comparten…
¿Cómo esculpir la huella de un beso de carmín?
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