martes, 22 de marzo de 2016

Mujer al límite



Mujer al límite del color


El relato que cuelgo es real como la vida misma, es un relato de la crisis, tan real que duele. Está basado en la historia de una mujer que existe y de la que no sé su nombre real. Escuchando la radio muy temprano, una mañana ella había dejado en el contestador automático de "Diario de Hoy por hoy" de la cadena SER un resumen, en pocas palabras, de su historia. Yo he fabulado intentando meterme en su cabeza. No sé si ella leerá mi cuento, si es así, espero que haya podido recuperarse de tanto destrozo existencial.

La fotografía que acompaña el relato la realicé en Portugal este verano, en un barrio decadente de la ciudad de Oporto. Me gustó mucho este apunte sobre el muro de una mujer en el límite del color. 

Volver a empezar

Trabajar, trabajar, solo tienes que pensar en eso, en trabajar. Llevas tanto tiempo con las manos caídas, como inútiles, y con la cabeza embotada, llena de nada, que te parece increíble la posibilidad de volver a trabajar. El teléfono ha sonado y una voz te ha citado para una entrevista en una de esas empresas de trabajo temporal. Cuando han preguntado por ti no reconocías ni tu propio nombre, casi respondes que se habían equivocado, pero en el último momento has acertado a decir que sí, que eras tú. Menos mal que has reaccionado con la última neurona viva que te debe quedar en el cerebro. Llevas más de dos años a la desesperada. Desde que se te terminó el subsidio de desempleo vives de la beneficencia y haciendo chapuzas que no creías ni que pudieras soportar. Tú que tenías un trabajo espléndido en una constructora, que parecía que hasta iba a llegar a urbanizar la superficie de Plutón.

De repente todo se fue a la mierda. Y en esa mierda se diluyó tu carrera de aparejadora. Has perdido hasta tu casa, se la quedó el banco, pero tú sigues ahí, pagando tu deuda como si fueras gilipollas, así es como te sientes como una gilipollas, porque lo que tendrías que haber hecho es pegarle fuego a la sucursal antes de que te quitaran la casa… pero no, hiciste como todo el mundo, te aguantaste y a tirar, a tirar con lo que venga. Y lo que vino fue un desasosiego vital, que se te pegó a la piel como la capa de alquitrán caliente se adhiere al asfalto: para siempre. De hecho, te miras en el espejo y no te reconoces. Tu cara es de color gris, estás fofa y llevas el pelo pegado, sin forma, y a medio teñir, como si fueras una indigente. Eso es lo que pareces, una indigente. Pero claro, hay que comer, comer es lo primero, ir a peluquería se convirtió hace tiempo en un lujo que no te podías permitir y has engordado, además, porque encima estás menopáusica perdida, que ya has cumplido cincuenta y dos, cincuenta y dos, cincuenta y dos…¡cincuenta y dos años!, que te pesan como si tuvieras quinientos cuatro, porque con esa edad y mujer, nadie te da trabajo, es que ni te miran. Y menos con este aspecto de pobre que llevas, que te das asco a ti misma, pero no lo puedes evitar, te sientes degradada, como si ya no fueras una mujer, más bien te sientes ¡como una cerda!...a ver, bonita, tienes que abandonar esos pensamientos que no conducen a nada y pensar en positivo…como leíste en uno de esos libros de autoayuda que te dio el psicólogo de la seguridad social: “Pensar en positivo es la mejor fórmula para tener una vida sana”. Una vida sana, una vida sana, una vida sana…te preguntas a dónde ha ido a parar tu vida sana… ya nada tiene sentido.

Otra vez, otra vez igual, no pienses así, que además hoy tienes una entrevista de trabajo. Es increíble, pero la tienes. El tiempo lo cura todo. Menos mal que no le prendiste fuego a la sucursal bancaria que se quedó con tu casa, porque ahora estarías entre rejas y no pensando en volver a empezar, porque eso es lo que puede proporcionar un empleo, volver a empezar de nuevo, cuánto necesitas sentirte una mujer normal, decente, con sus quehaceres diarios, con una vida corriente, como la de todo el mundo, sin lujos, porque no pides lujos, pero que dé para comer y pagar las facturas.

Aquí estás, clavada en la puerta de la ETT, ya has llegado. Te has adecentado lo mejor que has podido, con una boina roja que antes te favorecía mucho, ahora te sirve para ocultar ese pelo de tiñosa que llevas…sueñas con eso, con arreglarte el pelo de una vez, con podértelo teñir de un color que te favorezca y te tape las canas y llevarlo con un corte bonito, cada vez que lo necesites, como hacías antes, que siempre ibas tan arreglada y tan guapa, que daba gusto verte, pero eso era antes…antes…antes de que todo se fuera a la mierda…anda guapa hazte un favor a ti misma y deja de pensar en el pasado que vas a hacer una entrevista de trabajo, y quién sabe…a volver a empezar quizás, además…¿no habíamos quedado en eso de “mente positiva”?

Uffff! Lo has conseguido, has conseguido trabajo…no es el trabajo de tu vida, pero es un trabajo, hasta te harán un contrato, eso sí te ha dicho el encargado de la ETT que solo te pueden dar de alta media jornada…y que igual -“tendrá usted que trabajar alguna horilla más, Concha, que ya sabe usted como están las cosas”-, ha afirmado con una sonrisa un poco cómplice…pero estás contenta. Por fin vas a tener un trabajo, desde luego está muy por debajo de tu preparación, pero, como te ha llegado a decir el señor encargado, -“un empleo es un empleo, Concha, que yo sé lo mal que se pasa, en fin, qué le voy a decir a usted, que he visto en su expediente que ya se le agotó la prestación hace tiempo, y cuánta gente hay así, ¿eh?, como usted… Pero sonría mujer, que la hemos elegido a usted, ya puede respirar tranquila, tiene un empleo, para que luego digan, porque un empleo es un empleo, ¿verdad Concha?, ¿o no?”-...

La verdad es que se le veía un poco como queriendo agradar y el hombre tiene razón, un empleo es un empleo y bienvenido sea, estoy contenta. Limpiar no es tan duro, ya lo hago en mi casa todos los días y en casa de la vecina del 8º C, que mira que me da coraje, pero con eso, y limpiando el bar de la plaza, he ido sobreviviendo…sobreviviendo, sobreviviendo…sí, esa es la palabra, lo justo para comer un par de veces al día y encender la luz un rato por la noche…de calefacción ni hablamos…y cuántas veces me he duchado con el agua fría…bbbrrrrrr!!, pero todo eso va a cambiar… voy a volver a ser como la gente normal, sin lujos, pero lo normal, tres comidas, ducha caliente, calefacción, un cafetito a media tarde con una pasta, hummm! Si es que ya lo estoy saboreando.

Este trabajo es bueno, muy bueno diría yo, porque me hacen un contrato y ganaré un sueldo fijo, limpiando, sí, pero con un sueldo y contratada. El encargado me ha explicado que se trata de que el cliente, el Banco Mostrum, esté contento, me ha dado un listado de casas para limpiar con un manojo de llaves y me ha dicho que tengo que tener los pisos listos para poder enseñarlos…bueno, ya se sabe, ahora los bancos tienen un montón de casas, más que nadie…casas como la mía, que se la quedó el banco, otro banco, no este, pero qué más da si todos son iguales, y la sigo pagando aún, la sigo pagando y ya no es mi casa, pero la deuda, la deuda sí es mía, qué cosa más injusta, no me la quito de la cabeza, se quedaron con mi casa y yo sigo pagando por una nada y si no pago, qué, ¿qué me puede pasar? El del banco me dijo que la deuda seguiría creciendo y creciendo y que me meterían en una lista de morosos, y quién sabe, a lo mejor hasta en la cárcel…en fin, no sé…

Pero mujer, ¡espabila coño!, que tienes un trabajo, un tra-ba-jo no vuelvas por ahí mujer, como te ha dicho el encargado, y con buen criterio: “Concha toca usted el futuro con la mano, ahora a trabajar mujer, que comienza una nueva etapa”… “Volver a empezar” sí, qué bonito, parece el título de una película, jajaja, ha sido muy amable, el hombre, si casi me ha parecido que se emocionaba y todo por poder ofrecerme un empleo… volver a empezar, quiero volver a empezar…claro que sí, volver a empezar…

¿Volver a empezar?, ¡¡dios!!, ¡¡rediós!!!, ¿puedo volver a empezar así? Estoy aquí plantada en medio de la cocina del primer piso, el primer piso que voy a limpiar y está así, como si sus ocupantes hubieran tenido que salir apresuradamente, con lo puesto… En este piso parece que todavía vive gente…está todo tal cual, como si acabaran de estar aquí, sentados hace un momento…si están los platos sobre la mesa y la comida ahí, en el fogón…que madre mía, lo mal que huele, está podrida…a esta gente los han desahuciado y se han tenido que ir con lo puesto…seguro…¡¡ay que ver Concha!!, ¡¡otra vez!!, otra vez no, otra vez esto…¡¡NO!!

Como te pasó a ti Concha…esto es lo mismo que te pasó a ti, ¿es que ya no te acuerdas?, ¿o no quieres acordarte?, ¿“mente positiva”?, ¿recordar es “mente positiva”?...a ti te sacaron de casa con lo puesto, que te tuviste que ir unos días a casa de tu amiga Lupe, sin nada, con lo puesto, que te sacaron en pijama porque se presentaron los del juzgado a las siete de la mañana, y ella te tuvo que dejar ropa y hasta unas bragas suyas limpias, que te measte encima del estrés del desahucio y de la impotencia, que se te soltó la tripa y te pusiste echa un asco…menos mal que Lupe te echó una mano…que no te quieres acordar y solo hace ocho meses, no quieres revivir todo aquello, pero ahora con este trabajo, ¡zas!, un mazazo en la cabeza ¡Volver a empezar!, Concha, ¿no querías volver a empezar? Pues vaya mierda, si es que tendrías que haberle pegado fuego a la sucursal o mejor a la central del banco, ¿total?


Carmen Barrios

5 comentarios:

  1. ....tan real como la vida del día a día,..la real, no la virtual, la de los invisibles,....muchos más de los que se pudiera imaginar,..las personas más necesitadas se mueren en el anonimato..,!!!,y no son capaces de pedir ayuda sintiéndose culpables aunque sean los ma´s inocentes,...

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    1. Hola, gracias por leerlo y por comentar. Esta crisis está dejando literalmente en los huesos al cuerpo social, las personas se encuentran solas ante la desdicha

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  2. cierto y triste. Es así, dando palmadas si conseguimos encontrar un mal llamado trabajo, porque lo que ofrecen ni siquiera es eso, en realidad es una cadena que encimas necesitas. Y sobre todo en esa franja: mujer mayor de 50. Así andamos muchas y sólo espero que algún día pueda decir que fue un mal sueño.

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  3. Hola, gracias por leer y comentar. El trabajo precario es "una cadena que encima necesitas", una cadena que encima necesitas...que duro...que cierto...mujeres de cincuenta formadas, infravaloradas, sobreexplotadas...muchas, no se cuántas, pero debemos ser muchas...pero no pudieron con nuestras madres y tampoco van a poder con nosotras Gema. Te doy las gracias por escribir

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  4. Hoy me he puesto a leerte, desde tu tía "la maga", hasta esto de los trabajos precarios. Estoy de acuerdo con ese enfado constante conque reclamas más igualdad, sobre todo para el género femenino tan maltratado siempre, pero ahora mucho más. Carmen, estoy contigo, no sé si esto te llegará, porque tengo poca práctica por aquí, por si acaso, te pondré un mail, no recuerdo si te he felicitado las pascuas (voy a tener que ir a cursillos de memoria). Un beso y sigue escribiendo con esa fuerza guapetona...

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