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Entre la basura |
El 1º de Mayo de 2015 se cumplen 125 años desde la primera celebración de este día reivindicativo. 125 parecen muchos años reclamando derechos y trabajo decente, pero en la historia de la humanidad es una gota de agua. Leí por ahí que los antiguos egipcios ya le montaron alguna que otra huelga a sus patronos cuando construían las pirámides. Por lo mismo, para dignificar sus condiciones laborales.
El cuento que pego a continuación lo escribí para presentarme a un concurso sobre la salud laboral, puesto en marcha por el sindicato de Servicios a la Cuidadanía de CCOO. Estoy contenta porque este relato ha sido galardonado con una mención de honor.
La fotografía que acompaña el relato la realicé en una céntrica calle de Madrid. Este rostro de mujer revuelto entre las basuras resume lo que parece que somos para muchos empresarios, objetos de usar y tirar. Muchas nos resistimos todos los días. Por el trabajo decente: ¡VIVA EL 1 DE MAYO!
Tanto el relato como la fotografía han sido publicados también en la web de información www.nuevatribuna.es en la sección de cultura.
Corre, corre, corre…
Corre,
corre, corre…no te pares, si te detienes no cumples los objetivos. Tienes que
respirar, ¡respira hondo!, una, dos, tres veces… ufff, otra vez, coge aliento y
sigue adelante. Sin desfallecer, a por otro encargo. Los paquetes chillan como
conejos hambrientos, alineados en estanterías infinitas, locos por salir de su
madriguera. Cuantos más paquetes entregues, más dinero. Si no alcanzas el
listón, no cobras. Corre, tienes que correr más, más veloz, más deprisa, más
rauda, uno, dos, tres, cinco, once, diecisiete, veinte paquetes
entregados…estás obligada a superar los 25 kilómetros de pasillos de la jornada
de ayer. Vuela. Si consigues los 25 kilómetros, es que puedes hacer más. No
está permitido desfallecer, tienes que seguir adelante, corre, vuela, corre más,
acelera, no te pares, sigue, sigue, corre…
Hoy es
un día expressss, comienza la Campaña
de Navidad y hay que volar, la Compañía exige volar, vertiginosamente, como lo
hacen los halcones cuando se lanzan a por una presa, correr no es suficiente
hoy, te repites desde que te has levantado esta mañana. Has salido de tu casa
con la angustia de no dar la talla, te sientes como el correcaminos, mic, mic, toda la jornada laboral
perseguida por un coyote que te espolea hasta la extenuación. Pero tú no eres
un dibujo animado, eres una persona. Tienes límites, ¿cuál es el tuyo?, ¿lo
sabes?, ¿hasta dónde puede aguantar alguien como tú?
Formas
parte de la brigada de los “recolectores” y te exigen celeridad, cuanta más
mejor, tu misión es entregar paquetes, paquetes y más paquetes, sin parar, sin
descansar, sin caer.
Los encargados vigilan bajo su uniforme marcial que
cumplas sin perder un segundo. Parecen auténticos soldados con sus botas de
cuero negras, altas y relucientes, con el símbolo brillante de la Compañía
impreso en la hebilla, una flecha naranja que va de la “a” a la “z” como una
sonrisa burlona. No puedes fallar.
La Compañía
es un ogro insaciable. Durante la Campaña de Navidad se vuelve voraz, se traga
paquetes y más paquetes, en una bacanal de consumo que no se detiene al ritmo
frenético del heavy metal. Es un experimento de los
expertos del departamento de investigación, que aseguran que con música
estridente se triplican las ganancias. Eres como una cobaya de laboratorio, que
se desplaza vertiginosa de un estante a otro, de un pasillo a otro, sin
comunicarse con ninguna otra cobaya. No hay tiempo, cada segundo cuenta.
La música, concéntrate en la música, no te mires los pies, mira
al frente y corre, vuela, acelera, un paquete, otro paquete, tres paquetes,
cinco paquetes, treinta paquetes… La empresa exige más, hay
que seleccionar los paquetes sin confundirse y entregarlos a los
“recepcionadores” inmediatamente, ¡ya!, sin dilación, sin perder un instante,
en el tiempo que se tarda en emitir un suspiro, cuantos más kilómetros
recorridos por los pasillos más paquetes entregados.
¡Qué
fastidio!, justo ahora. Te acaba de bajar la regla, te notas húmeda, pero
todavía te faltan veintidós minutos para el almuerzo, te tienes que aguantar, tu
sueldo depende de los paquetes que entregues y si pierdes el ritmo no cobras,
no alcanzas el listón. La fábrica de la zona Norte es enorme, tiene la
extensión de cinco campos de fútbol, aseguraba un artículo que leíste en un
diario antes de entrar a trabajar aquí. También ponía que se ofrecían
condiciones de trabajo óptimas, y buenos salarios,… mientras notas con
desasosiego cómo la sangre caliente empapa tus bragas y tu pantalón, y el pulso
se te acelera por la vergüenza y el estrés, ¡VERGÜENZA Y ESTRÉS!, ¡vaya cóctel cabrón¡,
no puedes ni siquiera pararte para ir al retrete, te preguntas de dónde sacó
los datos el listo que escribió ese artículo…¡puñetero periodista!... pero deja
de pensar mujer, pensar no conduce a nada, ¡no conduce a nada!, te repites en
voz alta, y gritas arañándote la garganta: ¡¡¡PENSAR NO CONDUCE A NADA!!!... Pensar
te frena y no te lo puedes permitir, tienes que seguir, estás obligada, debes continuar,
de lo contrario todo habrá sido inútil, no cobrarás una mierda, solo un
esfuerzo más… conoces cada rincón, cada pasillo de la fábrica, mejor que las
cuatro esquinas de tu cama. Concéntrate en la música, ¡bum!, ¡bum!, ¡bum!,
resiste, aguanta al ritmo frenético del heavy metal, corre más rápido, vuela,
marcha, circula, transita, no frenes, no te pares…estás a dos minutos del
almuerzo…ya casi esssstás…todo va lento ahora, las piernas te fallan…vas a
caer, te hundes, los pies no te responden, te pesan como dos yunques de plomo, te
quedas sin aire, te duele el pecho, el cuerpo se te afloja, te notas caer muy
despacio, lentamente, como lo hacen las pelusas de salón, flotando sin ninguna prisa,
antes de posarse sobre el suelo frío para ser barridas sin miramiento alguno. Eso
es lo que harán contigo si no te levantas.
Carmen
Barrios
Fántastico carmen!!
ResponderEliminarSalud!