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Otoño II |
La ciudad de Madrid está repleta de calles interiores fabulosas. Aunque la porquería y el desastre urbano pueblen algunos de sus rincones más céntricos, la luz de Madrid permite conectar con la belleza dulcemente, casi sin esfuerzo. Recorriendo esos lugares percibo que en esta ciudad está apunto de pasar algo grande. De hecho, tiene que pasar algo grande, la alegría tiene que volver a poblar las calles de Madrid.
Las fotografías que cuelgo hoy están todas realizadas en el centro de Madrid, durante paseos mágicos en los que las imágenes me asaltaban y me llenaban los ojos con esa luz tan especial que tiene Madrid.
De la primera de ellas nació un poema sobre esta ciudad que pego también para su lectura:
Calles interiores
Este Madrid
se desespera
y se desgana.
Se intuye a bocinazos sordos.
Este Madrid
se espanta
y no resuelve.
Se deja calzar
por una marea de zapatos castellanos.
Pero existe
otra ciudad
que palpita,
¡bulle tras las grandes avenidas!
En sus calles interiores
hay marcas y huellas
de buhoneros de otros soles,
y la vida fluye, de derrama
en otro empeño de existencia.
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De cine |
cobijan las escenas
de culturas
que se expresan
con grafismos y colores distintos.
Otro Madrid
se despereza,
comienza a elevar las manos,
a alzar las voces,
a llenar los muros
de pruebas de vida.
Miles de pies
en remolino
ocuparán de nuevo la Gran Vía,
despejarán de azul gaviota
las fachadas.
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Calle del Calvario |
los de las camisetas
de adolescentes eternos,
zapatillas de loneta
y pinceles de colores,
encenderemos
este Madrid que aun
se desespera
y se desgana.
Saldremos
desde las calles interiores
y recuperaremos
el rojo y el violeta
para vistir de nuevo
a la Diosa Cibeles.
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