lunes, 30 de marzo de 2020

DESPUÉS DE ESTA MAÑANA




@Kastarnado

DESPUÉS DE ESTA MAÑANA

Tenía los cabellos húmedos, envueltos en una toalla. Caminaba por las calles de la Barceloneta de la mano de un hombre que iba vestido con una gorra en la cabeza, unos pantalones de campo y una camisa anudada a la cintura. Sobre el cuerpo de ella una toalla prendida al pecho, sujeta con la levedad precaria que proporciona enganchar un trozo de tela dentro de otro, retenido por la propia presión. Era su única prenda.
Los dos paseaban de la mano, como si flotaran, suspendidos sobre una especie de mágica bruma con olor a salitre marino, que los acogía en sus brazos y los transportaba despacio, con dulzura tierna, sin permitir que sus pies apenas rozaran la piel de la acera. Levitaban.
La cabeza de ambos estaba conectada por una canción que los había levantado de la cama sin ningún esfuerzo: “Después de esta mañana/contigo me parece la gente más humana/ Después de esta mañana/ sin peine y sin camisa/ y con esta sonrisa/ de bobalicón”…ella saltó de la cama a la ducha…y él con ella...para prolongar un tacto de agua que acariciaba sus cuerpos desde la cabeza hasta las pantorrillas…plenas las caderas y las manos de jabón suave, fragante y pomposo, que creció como una nube de burbujas hasta inundarlo todo, sin poder filtrarse por el desagüe… “Los pájaros saludan, al pasar/ y las farolas son de regaliz/ soy más idiota pero más feliz/ después de esta mañana”…ella se vistió con dos toallas y él con lo primero que pilló… Y así salieron a la calle… “cantando a gritos Guantanamera/ sembrando en las aceras confusión…”.
Llegaron a un bar de la Barceloneta…con el hambre que provoca los estragos de una noche de lujuria sin freno…la gente giraba a su alrededor como si fuera un decorado…se sentaron en la barra y pidieron una ración generosa de pan, tomate, sal y aceite, y un buen vaso de café. Estaban ausentes y en su propio mundo… “después de esta mañana/ contigo me parecen más altas las medianas/ después de esta mañana bailo cuando el vecino/ escucha reggaetón/después de esta mañana/ me da un poquito igual/todos los dardos dan en la diana/después de esta mañana/ en tu colchón/…ella se quitó la toalla que le cubría la cabeza, con cuidado, lentamente, mientas él la recogía y le secaba los cabellos, largos y ondulados, y se los peinaba con los dedos, proporcionando un masaje tibio, que la devolvía a esos instantes entre las sábanas y a las placenteras caricias de jabón…mientras la gente seguía ausente, como en un decorado, estando, pero sin estar…asistiendo -pero sin asistir- a una sesión de tactos de amor sin freno, de yemas de los dedos hambrientas, desesperadas, que se desataron sin poder evitarlo encima de la barra del bar, mientras comían tostadas con aceite de oliva resbalando por sus barbillas, por el canalillo de los pechos de ella, por el ombligo al aire de él, rebosando aceite en la frontera de la cinturilla del pantalón, relamidos los dos con olor a café y pringue de tomate y sal en las manos.
Menos mal que la gente de alrededor no contaba, formaban parte de un decorado improvisado, quietos en sus retinas, como el fotograma de una película en medio de un sueño. En sus cabezas solo había sitio para la canción que les conectaba al placer generoso de sus cuerpos dispuestos a dejarse llevar sin freno alguno: “Después de esta mañana junto a ti/me caso con cualquiera/no estoy drogado/pero, como si lo estuviera…”.

Carmen Barrios Corredera.
*Agradezco a El Kanka la letra de esta canción tan llena de vida.


EL PUEBLO SALVA AL PUEBLO. EL PODER DE LO COLECTIVO FRENTE A LO PRIVADO EN LA CRISIS DEL CORONAVIRUS





El pueblo salva al pueblo. El poder de lo colectivo frente a lo privado en la crisis del coronavirus.

El Covid-19 se extiende como una plaga. Mientras escribo este texto se ha llevado las vidas de 4.858 personas. El virus golpea mientras la sociedad hace todo lo posible para organizarse para combatirlo. Miles de personas organizadas por las Administraciones Públicas, y desde un mando único dirigido por el Gobierno de coalición del PSOE- Unidas Podemos, están poniendo sus cuerpos para salvar vidas. Un Gobierno de coalición que está implementando medidas sin descanso para salvar lo colectivo. La última de ellas se ha dado a conocer mientras termino este artículo, ha prohibido los despidos durante la emergencia del coronavirus.

Miles de personas trabajadoras en distintos servicios esenciales como sanitarios, agricultores, trabajadores de supermercados, transportistas, policías, biólogos, científicos e investigadoras, trabajadores del servicio de basuras, limpiadoras, bomberos, periodistas, curritos del transporte público de viajeros, militares, autobuseros, veterinarios, conductoras de trenes y metro, empleados de servicios funerarios… son incontables las personas que permanecen en sus puestos de trabajo y ponen sus cuerpos para asistir a los demás, a pesar de todas las carencias y los recortes que pesan como una losa sobre el cuerpo social.

Además, surgen por doquier iniciativas solidarias de personas que quieren ayudar, desde redes de cuidados que nacen en los barrios y pueblos para llevar la compra o prestar ayuda a los que están confinados y enfermos, ancianos y personas dependientes que son grupos especiales de riesgo, hasta movimientos de trabajadores y trabajadoras, también gentes del mundo de la cultura, que ponen lo que saben hacer al servicio de los demás de forma altruista, con el único interés de contribuir a salvar vidas. El pueblo salva al pueblo. Esta crisis brutal y arrasadora está mostrando muchas realidades positivas. Lo colectivo organizado, lo público, los obreros y obreras, los de abajo están mostrando que lo que nos va a salvar es su fuerza colectiva.
Se van sabiendo cosas. Hechos importantes que nos salva como colectivo, como comunidad, como sociedad.
Ifema Madrid, montaje del hospital de campaña. Circula un video en el que un miembro del cuerpo de bomberos de Madrid explica a cámara como se ha construido en tres días (desde el lunes 23 de marzo al miércoles 26) la instalación de aire, oxígeno y vacío en una galería de subsuelo de 300 metros -con registros cada 5 metros- para asistir un pabellón  de UCI que albergará 600 camas. El bombero cuenta que la gente trabajadora acude a Ifema con sus herramientas, fontaneros, instaladores de aire, trabajadores de la construcción, obreros, autónomos, parados… hacen cola para ofrecerse de forma altruista, para ayudar en la medida de sus posibilidades. Asegura que esa galería se ha construido con ocho bomberos y entre 40 y 50 trabajadores voluntarios. La organización del Estado, de la Administración Pública, de la UME más un ejército de obreros poniendo el cuerpo para salvar al pueblo. Porque el sector público está en paños menores debido a los recortes y la gente acude a ayudar de forma solidaria.

El poder de lo colectivo frente al desgaste social que supone privatizar servicios como la sanidad. Privatizar servicios cuyo coste se cifra en vidas humanas, tal como se está viendo y comprobando especialmente en la Comunidad Autónoma de Madrid, donde el Partido Popular lleva veinte años a pico y pala deteriorando y jibarizando la sanidad pública en beneficio de incrementar recursos a las compañías privadas. Decisiones políticas que han ido dejado desnuda a la sanidad pública, mostrando graves carencias que esta crisis ha puesto en evidencia y que están costando vidas. En Madrid se contabilizan a día de hoy 2090 fallecimientos por Covid-19.
Mientras en IFEMA se afanan por ganar horas a la muerte trabajando a contrarreloj en ese macro-hospital de campaña, se sabe que en la Comunidad de Madrid (que es el lugar en el que hay también más contagiados por el virus) se permite que los hospitales privados campen por sus respetos. El periódico El Salto informa que en Madrid se están utilizando solo 2.200 camas de las más de 6.700 de las que dispone la sanidad privada. Que por cada hospitalización en la privada de una persona con coronavirus se cobra al día 250 euros y si está en UCI la cifra asciende entre 650 y 700 euros diarios (datos ofrecidos por Carlos Rus, presidente de ASPE –Alianza de la Sanidad Privada Española a Infolibre) y que en urgencias del hospital HM de Sanchinarro (centro de construcción pública en régimen de gestión privada) se han llegado a cobrar 300 euros por hacer la prueba del Covid-19.

¿Se puede confiar la salud de las personas a la iniciativa privada? Cuando esto termine es indiscutible una revisión del modelo. Habrá que exigir en las calles un sistema de salud pública fuerte, vigoroso, dotado de recursos, con personal suficiente y bien retribuido, con contratos adecuados y dignos. La vida nos va en ello. Están siendo los trabajadores y trabajadoras de las sanidad pública los que se están dejando el pellejo cada día en jornadas que no tienen fin y que los dejan exhaustos, agotados hasta el límite. Los estamos viendo trabajar de forma heroica, con bolsas de basura atadas a sus cuerpos como precarios escudos protectores, incluso con gafas de bucear para los ojos ante la ausencia de gafas de uso quirúrgico, porque los hospitales públicos tiritan, no hay material de protección para todos. A pesar de todas las carencias, de todas las privaciones, ellos y ellas, médicas, enfermeros, celadoras, cocineras, limpiadoras, acuden cada jornada mostrando como el pueblo, siempre generoso, salva a la pueblo.

Losar de la Vera, Cáceres. 26 trabajadores de la cooperativa-centro de mayores Servimayor se encierran con los ancianos para proteger sus vidas y evitar contagios. Confinados con los residentes por solidaridad y responsabilidad (Cadena Ser, 24 de marzo). Han decidido vivir allí, con ellos y ellas, y no salir a sus domicilios ni permitir visitas para cuidar y evitar que el virus entre y se lleve vidas por delante.
En Estella, Navarra, en la residencia San Gerónimo,15 trabajadores se han encerrado con los 69 residentes del lugar para proteger sus vidas. Vivirán allí todos juntos como una comunidad, que salva con solidaridad, poniendo la vida en el centro igual que en la residencia extremeña. Valientes y generosas iniciativas navegan en un océano generalizado de carencias y empleo precario en general, que se ceba con el personal asistencial de las residencias en España. Trabajadoras y trabajadores, los de abajo ponen el cuerpo. El pueblo salva al pueblo. Hacen lo que está en su mano, a pesar de las carencias.

Esto sucede en un área asistencial especialmente sensible, donde cada día están falleciendo ancianos en un goteo que se ha convertido en hemorragia, 1.517 fallecidos en residencias de ancianos, el 37% del total de muertos (Cadena Ser 27 de marzo). En España la red de atención a los ancianos está prácticamente en manos privadas. Hemos dejado las vidas de nuestros mayores custodiadas por empresas que buscan el rendimiento económico por encima del beneficio social. Hay al rededor de 6.000 residencias que albergan a 390.000 hombres y mujeres que nos dieron la vida y construyeron el país para todas nosotras. Cuando esto pase, es preciso un análisis en profundidad. ¿Qué pasa en las residencias de ancianos? ¿Cuáles son las razones por las que el índice de mortalidad está disparado? ¿Qué falla? ¿Cómo se atienden la mayoría de los centros? ¿Cuál es la proporción de residentes por cuidadores en las residencias de mayores? ¿Cuántos médicos, personal de enfermería hay en esta crisis por residente?, y ¿cuantos debería haber en realidad para que la atención sea óptima? ¿Qué medidas de salubridad, limpieza e higiene son necesarias? ¿Cuántos controles y con qué periodicidad hace la Administración Pública para asegurar el buen funcionamiento y la salud de nuestros mayores hasta este momentos? ¿Cuántos serían necesarios?  Todas estas preguntas deberán ser contestadas. Se hará perentorio reclamar que las vidas de las personas son sagradas, cuidar a los mayores es una obligación fundamental en una sociedad democrática sana, donde la dignidad vital siempre debe estar por encima de los intereses económicos de unos pocos buitres, que especulan y quieren sacar rentabilidad hasta de la última brizna de vida. Nuestros ojos no pueden volver a contemplar como los soldados de la UME -que han tenido que intervenir en numerosas residencias, especialmente en la Comunidad de Madrid, para desinfectarlas y ayudar a la atención en lo posible- se han encontrado con cadáveres que no habían sido convenientemente trasladados tras su fallecimiento, conviviendo con ancianos vivos. Esto se ha producido también, porque el servicio funerario no da abasto, impedido igualmente por años de recortes y plantillas precarias. La herida abierta es grande, dura. Las personas mayores tienen derecho a ser atendidas con medios suficientes, que garanticen su salud, integridad y dignidad personal.  

Una veintena de pueblos de Segovia puso en marcha una cadena solidaria en la que 330 mujeres cosen mascarillas a destajo desde sus casas. Taxistas y transportistas, todo el que puede, arrima el hombro para distribuirlas. La empresa Mundo Laboral provee de tejidos y corta las gomas para nutrir a este batallón de mujeres voluntarias de entre 40 y 50 años que ayudan y contribuyen en esta pandemia con lo que saben hacer, coser (información aparecida en el 22 de marzo en el diario Público). Iniciativas parecidas están surgiendo en muchos lugares de España, en Valladolid, en Álava, modistas solidarias en Zaragoza, aparadoras del calzado levantinas, se van uniendo a través de las redes sociales para ayudar… en definitiva costureras solidarias de todo es Estado que se conjuran para intentar producir entre 100 y 200 mascarillas diarias cada una de ellas. Las manos de cientos de mujeres unidas por el resistente hilo de la solidaridad y el amor a la vida. El pueblo cuida del pueblo.

La concejalía de Justicia Social de Palma de Mallorca reclama a la banca que ponga a disposición del Ayuntamiento las viviendas vacías que tienen para poder acoger en ellas a mujeres víctimas de violencia machista. Esta concejalía prevé un incremento de casos de violencia contra las mujeres, debido a que muchas víctimas de malos tratos permanecen encerradas con sus agresores desde que comenzó el confinamiento por Coronavirus. El Ayuntamiento de Palma calcula que hay unos 14 pisos en condiciones de habitabilidad que podrán acoger entre 17 y 100 personas. La regidora de Justicia Social, Sonia Vivas, –madre de la iniciativa- , explica en un artículo aparecido el 27 de marzo en el diario Público y firmado por Marisa Koham, que pide colaboración a las entidades financieras, y les recuerda que tienen una deuda con la sociedad de 64.000 millones de euros que viene de la crisis de 2008, cuando se rescató a la banca con fondos públicos para evitar la quiebra.
De momento solo están poniéndose en contacto con la concejalía personas altruistas para ofrecer sus pisos vacíos. Nada se sabe todavía de los bancos, sí de personas como una enfermera jubilada que hace mascarillas en su casa y ha ofrecido un piso de 150 metros, me informa la concejala Sonia Vivas mientras escribo este texto. Una vez más el pueblo acude al rescate.

A lo largo y ancho de la geografía española muchas personas están rebajando el alquiler a sus inquilinos que pierden el empleo durante el confinamiento, o les aplazan la renta hasta que puedan pagarlo. ¿Ocurre lo mismo con las viviendas en manos de fondos de inversión, de bancos? Se hace perentorio que el Gobierno incluya en el escudo social contra la crisis la supresión del pago del alquiler de las personas que pierdan el empleo, porque está claro que la banca y los fondos de inversión nunca ponen nada de su parte para salvar a nadie, a no ser que se les obligue. En la crisis anterior fueron rescatados con los impuestos de todos, en esta deben reponer al menos una parte de ese préstamo social que todavía deben.

Son muchas las iniciativas solidarias puestas en marcha para ayudar. Sin embargo, es el poder de la organización de las Administraciones Públicas, el peso del sector público frente al privado, lo que está dando la respuesta más contundente de salvación ante la crisis. Y lo está dando a cambio del alto precio que están pagando los y los trabajadoras de un sector público muy mermado y adelgazado desde la anterior crisis económica de 2008. La solidaridad de la gente se agradece, muestra la calidad del pueblo, la humanidad que ayuda. Es un cálido remiendo balsámico que emociona, que se desvive para ayudar a paliar todas las grietas que muestra una sociedad precarizada con un sector público adelgazado, que vive desde 2008 prácticamente con lo puesto.

Cuando todo esto finalice habrá que analizar lo sucedido y revisar prioridades, que necesariamente deberán pasar por un cambio de modelo económico en el que los que más tienen -esos que acumulan con regularidad pase lo que pase, vengan bien o mal dadas- aporten recursos a través de los impuesto para poder disponer de un Estado del Bienestar fuerte, que cuide a las personas y pueda asistirlas con dignidad, tanto en una hecatombe como la que estamos sufriendo como en situaciones de normalidad.

La caridad de algunos nombres poderosos, que salen a la palestra de los medios de comunicación ofreciendo ayuda, para lavar su imagen en medio de un drama social como el que estamos viviendo, no es suficiente para organizar una verdadera sociedad de cuidados como la que se precisa. Los grandes empresarios, financieros, banqueros, etc, deben mostrar su amor al país contribuyendo con lo que les toca proporcionalmente en cada ejercicio de la renta. Así se construye sociedad. Así se construye patria. Lo demás son milongas que engordan las desigualdades y muestran el tamaño de la desnudez en la que se encuentra de verdad la organización de los cuidados y los servicios públicos en una situación límite como la actual.

Asimismo, cuando todo esto pase, se hará necesario revisar si necesitamos una institución monárquica de la que por el momento sabemos que se ha dedicado al lucro ¿con el cobro de comisiones?, evasión y acumulación de fortuna colocada fuera de nuestras fronteras. Una institución que es financiada por el Estado de forma altamente generosa. El país entero es testigo de que en los duros momentos por los que atraviesa el conjunto de la sociedad, el Borbón heredero ha intentado lavarse las manos de forma impúdica delante de todos. El cuerpo social se resiente.

Si algo está dejando claro esta crisis es que lo público, lo colectivo organizado es lo que salva, lo que cura, lo que provee, lo que ayuda, lo que cuida, lo que se solidariza, lo que apaña, imagina, brega, trabaja, pone cuerpos, manos e inteligencia al servicio de la mayoría. Solo el pueblo salva al pueblo.
Artículo aparecido en Nueva Tribuna
Carmen Barrios Corredera. Escritora y fotoperiodista.





HA LLEGADO EL LOBO: CORONAVIRUS EN LA ERA DEL CAPITALISMO GLOBAL




HA LLEGADO EL LOBO: CORONAVIRUS EN LA ERA DEL CAPITALISMO GLOBAL

Ha llegado el lobo y amenaza con zamparse a caperucita, a la abuelita, al cazador y a la aldea entera. El lobo ha llegado infectado de coronavirus en la era del capitalismo global. Un sistema depredador sin escrúpulos que practica el darwinismo social y predica el individualismo cultural del sálvese quien pueda.  Cuando las cosas van bien ganan dinero a espuertas unos pocos y cuando van mal…también, es más, quieren ganar todavía más.
La crisis desatada por el coronavirus está poniendo en evidencia que este sistema económico es insostenible, porque cuando sucede una amenaza social como esta pandemia -que diezma la población, sobre todo en una franja de edad y con unas condiciones económicas depauperadas- que es una amenaza social inesperada y real, el sistema capitalista no da la talla, no está dispuesto a sujetar a las personas, más bien se desprende de ellas como si fueran productos desechables de usar y tirar.
A escasos dos días de que entrara en vigor en España el real decreto de estado de alarma para contener la expansión de la plaga y hacer sostenibles e intentar que no colapsen los mermados sistemas públicos de salud (hay que recordar que desde la crisis económica de 2008 los recortes han dejado tiritando la sanidad pública, en beneficio de la privada), a escasos dos días como digo, se han empezado a producir despidos por doquier, en catarata, en todo tipo de empresas, desde empresas grandes a medianas y pequeñas. ¿Qué va a pasar con estos y estas trabajadoras, desposeídas de repente de sustento? ¿Los devorará el lobo del capitalismo infectado de coronavirus? ¿O seremos capaces de impulsar entre todos un nuevo Estado protector que elabore políticas para salir de esta con la gente dentro?
El Estado español está afrontando esta crisis con un brazo atado a la espalda. La teoría dice, y hay un artículo de la Constitución, alevoso, -el 135- que lo sanciona, que hay que pagar la deuda a los bancos antes que nada. Que los beneficios de la banca privada están por encima del bienestar de las personas. Este carrusel, este mantra, sigue dando vueltas dentro de las cabezas de los responsables de economía europeos, también españoles. Hay que empujar un poco, a ver si de esta somos capaces de que cambien el chip. Europa debe volver a ser lo que era.
En la situación en la que nos encontramos, el Gobierno debe liberar recursos económicos no para gastar, sino para invertir en vidas dignas y para eso, tendrá que saltarse el grillete de la ortodoxia económica ordo liberal imperante. De lo contrario, estamos perdidos. Ahora muchos morirán por el coronavirus. Después, ¿de hambre? ¿de desesperación?, ¿de pobreza?
Se trata de poner en la balanza no solo toda la inversión en salud pública que se está haciendo, sino comenzar a pensar en liberar grandes cantidades de recursos para que esta crisis sanitaria, que se está convirtiendo a pasos agigantados en económica, no recaiga en los hombros de la clase trabajadora, como ya sucedió durante la anterior.
Me felicito de que tengamos un Gobierno al mando con sensibilidad social. Me felicito de que PSOE y Unidas Podemos estén trabajando codo con codo juntos, y lo más revueltos posible, espero (guardando el metro y medio de distancia, eso sí) para sacar al país de esta emergencia social con un resultado sanitario satisfactorio y con un resultado social espléndido. No quiero ni pensar en lo que hubiera sucedido con el PP y sus socios en el gobierno, pura distopía. Solo hay que ver las “medidas” que está tomando Ayuso en la Comunidad de Madrid, para que nos entre una cagalera de peli de terror.

Confío de verdad en este Gobierno. En España tenemos la oportunidad de demostrar que es necesario que el Estado funcione, que cuanto más Estado mejor, que una crisis como esta se soluciona mucho mejor con organización, previsión y ayudas públicas y que en eso deben contribuir también las empresas, las multinacionales y los bancos pagando impuestos, los que les corresponde por sus beneficios, y no lo que sucede ahora, que somos deficitarios en esta emergencia porque ellos se escaquean, contribuyen lo mínimo posible. Las empresas forman parte de la sociedad. Ellas mismas lo publicitan a los cuatro vientos. Todas las grandes empresas se vanaglorian en sus publicidades de ser parte de la sociedad. Que lo demuestren. Que arrimen el hombro. Que contribuyan. Que condonen préstamos, facturas, etc, mientras dure esta emergencia, que se pueden permitir perfectamente ganar menos un par de meses, o tres; que no despidan, que soporten los salarios, que no se desprendan de la gente trabajadora como si fueran un clínex después de sonarse los mocos.  
La sociedad española necesita un #PlanDeChoqueSocial mediante el que se suspenda el pago del alquiler, de la hipoteca y de los suministros básicos (luz, agua y gas) para aquellas personas que pierdan ingresos durante esta crisis. El Estado debe impedir que haya despidos y habilitar de urgencia una renta básica para quienes se queden sin ingresos. Y en tercer lugar, es necesario intervenir la sanidad privada sin compensación económica.
El bienestar de la mayoría debe siempre estar por encima de los intereses privativos de los poderosos. La democracia y el Estado de derecho está para proteger a los más débiles.
Estamos capacitados como sociedad, todas juntas, para meter al lobo en un corral y no permitir que nos coma vivas.
Artículo publicado en Nueva Tribuna.

Carmen Barrios Corredera. Escritora y fotoperiodista

EMPUJONES QUE MATAN




“Empujones” que matan.
El grito de las mujeres chilenas “El violador eres tú” está dando la vuelta al mundo como un símbolo sonoro y sororo del hartazgo de las mujeres ante las violencias y las barbaridades que soportamos sobre nuestros cuerpos y sobre nuestras mentes. Es un grito acusador que pulveriza el patriarcado. Es un grito que desestabiliza y resquebraja hasta los anillos de Saturno.

En España tenemos sobradas razones para cantar esa canción de guerra a voz en cuello en cualquier calle, en cualquier plaza, en cualquier ciudad.
Falta poco para que finalice 2019, que está siendo un año trágico, cruel, extremadamente cruel con nosotras la mujeres.

Se contabilizan 99 mujeres asesinadas en casos de feminicidio, mujeres con nombres y apellidos, seres humanos que han dejado de existir por el hecho de ser mujeres. Para seguir sumando oprobio machista, en nuestro país se produce una media de cuatro violaciones diarias –una cada cinco horas, se dice pronto- y han aumentado las violaciones en manada, si en 2016 se produjeron 42, en 2019 ya van 63 agresiones múltiples.

¿Qué significa esto? ¿Hasta dónde vamos a soportar las mujeres?
El machismo y la violencia que genera mata y viola a las mujeres. Para erradicar esa violencia hay que hacer un profundo trabajo de educación social en igualdad a largo plazo.

A corto plazo es imprescindible modificar la legislación actual y que en los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado y en la judicatura sea obligatoria la formación con perspectiva de género para policías, jueces y fiscales, para que nunca más quede registrado por escrito en una sentencia judicial que una violación en grupo se produjo en un ambiente de “jolgorio y regocijo”. O para que nunca más tengamos que escuchar, por boca de un juez, que hay hombres que van a prisión por un “empujón”.

Según el Código Penal español, si a una mujer la drogan y la violan, se considera abuso, y no violación, porque ella no ofreció resistencia. Se entiende que la mujer se ha dejado hacer, y el Código no contempla en ningún caso el grado de extrema vulnerabilidad de una mujer drogada o en estado de embriaguez como agravante. Incomprensiblemente está considerado un atenuante. En las violaciones en manada es habitual que se drogue a la víctima, porque bajo los efectos de un hipnótico no puede oponer resistencia. Es un cuerpo a merced, un objeto para cumplir con la satisfacción y los deseos de hombres sin escrúpulos a los que la Ley protege.
Esto fue lo que sucedió en el juicio de la manada, en el que de manera incomprensible se despachó como abuso un siniestro, escandaloso y cruel caso de violación en grupo a una mujer muy joven, que sentimos todas la mujeres de España en carne propia. Esta sentencia significó un antes y un después. Algo se nos rompió muy dentro a muchas de nosotras.

Lo mismo sucede en múltiples casos de violación, en los que si una mujer se queda simplemente paralizada por el terror físico que produce contemplar la cercanía de la muerte en los ojos del agresor, que es lo más habitual, se considera abuso y no violación. Si una mujer logra defenderse, y tiene la suerte de alcanzar un objeto contundente y malherir o matar al agresor, será juzgada por asesinato si el muere. Caerá todo el peso de la Ley sobre ella, porque usar un objeto para defenderse está catalogado en el Código como arma y conlleva agravante. Así es que las posibilidades de las mujeres ante la Ley son muy reducidas, con las propias manos desnudas es muy difícil que una mujer se zafe de un violador, y no digamos de cuatro o cinco.

Además de esta desigualdad ante la Ley, y del trato “amable” que proporciona a los varones, en ocasiones hay que escuchar que salgan por la boca de algún juez palabras que degradan a las mujeres, al poner en cuestión las denuncias que se realizan, y que justifican discursos de odio hacia las mujeres feministas de sectores fascistas verde estridente que naturalizan el machismo y la desigualdad, como la forma de relación más natural entre los hombres y las mujeres.

Los “empujones” del juez Diego Gómez-Reino
Una penosa muestra de ello se produjo hace un par de semanas. El Ayuntamiento de Palma celebró unas jornadas sobre violencia machista en las que se invitó al Presidente de la Audiencia Provincial, Diego Gómez-Reino, que es la máxima autoridad en la isla sobre los casos de asesinatos y violencia contra las mujeres. Se despachó a gusto el señor juez. Cargó contra las feministas y la izquierda, hablando de denuncias falsas y justificando los “empujones” inherentes, según dijo, a las rupturas sentimentales (noticia aparecida en El Plural el 4 de diciembre de 2019). Este señor acusó al movimiento feminista de atacar a los jueces para conseguir sentencias más duras contra los agresores, además de asegurar que el Código Penal no requiere ninguna modificación y de afirmar que en su carrera ha comprobado como en dos ocasiones dos mujeres violadas enviaron a prisión a dos hombres inocentes. En la sala estaba presente la Concejala de Justicia Social, Feminismo y LGTBI del Ayuntamiento de Palma, Sonia Vivas, que había invitado al juez a las jornadas, y le reconvino. Aseguró ante el auditorio que es necesaria la formación de jueces y policías además de la reforma del código penal, entre otras cosas para evitar escuchar de la boca de un juez que se envía a prisión a hombres por un “empujón”.

Este tipo de afirmaciones en la persona de un juez blanquean el discurso de formaciones fascistas de color verde estridente que están en las instituciones y que naturalizan el machismo, queriendo darle para atrás a la moviola.  Desde formaciones políticas de este tipo, y lamentablemente, desde algún juez que no mide su discurso público se justifica el machismo y se proporciona alas a los agresores y violadores, a hombres que se consideran superiores a las mujeres y que las ven como objetos a su servicio sobre los que pueden ejercer la fuerza para doblegar a su voluntad. Total, son unos “empujones”.

Basta recordar, que según los datos del Consejo General del Poder Judicial, desde 2009 hasta hoy, se han producido un 0,01% de denuncias falsas. Solo un 0,01% de 1.222.172. Un dato demoledor que este señor juez y cualquier otro debe recordar antes de empezar a hablar.

Los “empujones” matan a las mujeres y las violan, señor juez. Las mujeres denuncian -si sobreviven- porque son las víctimas. Y la Ley, los jueces y fiscales y los miembros de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado están para proteger a las víctimas, no para juzgarlas.

Mientras esto no se remedie las mujeres seguirán gritando, seguiremos gritando muy alto, hasta romper con nuestros gritos los anillos de Saturno.

Las calles gritan, repletas de mujeres, siguen gritando y continuarán gritando sin descanso y a voz en cuello, el grito de guerra y hartazgo supremo que un 25 de noviembre de 2019 lanzaron al mundo las mujeres chilenas: “El patriarcado es un juez, que nos juzga por nacer, y nuestro castigo, es la violencia que ya ves/ Feminicidio, impunidad para el asesino, es la desaparición, es la violación/Y la culpa no era mía, ni como andaba, no como vestía/ El violador eres tú/ El violador eres tú/ Son los bancos/Son los jueces/ El Estado/ El Estado opresor es un macho violador/El violador eres tú….”.

Articulo aparecido en Nueva Tribuna

Carmen Barrios Corredera.